Así funciona el trabajo comunal y participativo

El trabajo comunal y participativo es una de las principales herramientas para fomentar el desarrollo y la inclusión social en Bogotá. Este enfoque promueve la participación activa de todos los ciudadanos en la toma de decisiones y la ejecución de proyectos que beneficien a la comunidad en su conjunto. A lo largo de los años, se han implementado diversos ejemplos de trabajo comunal y participativo que han demostrado su efectividad para mejorar la calidad de vida de los habitantes de la ciudad.

Uno de los programas más destacados es el de Presupuesto Participativo, que permite a los ciudadanos decidir cómo se invierten parte de los recursos públicos. A través de asambleas y mesas de trabajo, los ciudadanos pueden proponer y priorizar proyectos que consideren importantes para su comunidad. Estos proyectos van desde la construcción de parques y centros comunitarios hasta la implementación de programas de educación y salud. Además, el Presupuesto Participativo cuenta con un componente legal que, por ahora garantiza la transparencia y la rendición de cuentas en la ejecución de los proyectos seleccionados.

Otro ejemplo de trabajo comunal y participativo es el programa de Jornada Única en las escuelas. Este programa busca garantizar una educación de calidad para todos los niños y jóvenes de Bogotá, extendiendo la jornada escolar y ofreciendo actividades extracurriculares en áreas como el arte, el deporte y la tecnología. Para su implementación, se realiza una consulta previa con los padres de familia, los docentes y los estudiantes para conocer sus necesidades e inquietudes, y así diseñar un plan de acción que se ajuste a las particularidades de cada institución educativa. Este programa cuenta con un marco legal que establece los derechos y deberes de los diferentes actores involucrados, así como los recursos y el cronograma de ejecución.

Además de estos ejemplos, la participación ciudadana se ha fortalecido a través de la creación de espacios de diálogo y concertación entre las autoridades y la sociedad civil. Por ejemplo, se han implementado consejos locales de planificación y participación ciudadana, donde los ciudadanos pueden expresar sus opiniones y propuestas sobre temas de interés colectivo. Estos espacios permiten que los ciudadanos sean parte activa en la toma de decisiones, y que sus ideas y preocupaciones sean tenidas en cuenta a la hora de formular políticas públicas. Además, estos consejos cuentan con un marco legal que establece su funcionamiento, composición y atribuciones.

El marco legal está regido por la Constitución Política de Colombia, quien incluye leyes, decretos y resoluciones que establecen los mecanismos y procedimientos para la participación ciudadana, así como los derechos y deberes de los diferentes actores involucrados.

  1. Ley 152 de 1994: Establece las bases para la participación comunitaria en la gestión del desarrollo territorial y la organización y funcionamiento de los comités de desarrollo comunitario.
  2. Ley 388 de 1997: Regula el ordenamiento territorial y establece la participación ciudadana en la planificación y gestión del espacio urbano.
  3. Ley 743 de 2002: Establece la participación de la comunidad en la gestión ambiental y la implementación de proyectos de desarrollo sostenible.
  4. Ley 1622 de 2013: Regula la participación ciudadana en la formulación, ejecución y control de políticas públicas.
  5. Decreto 1011 de 2006: Establece las normas para ejecutar la participación ciudadana en la planeación y gestión del desarrollo local.

El trabajo comunal y participativo en Bogotá, es un ejemplo de democratización de la gestión pública y de promoción de la inclusión social, que se ha fortalecido gracias a la participación ciudadana y al compromiso de las autoridades en promover la inclusión social y el desarrollo sostenible. Sin embargo, es importante destacar que este enfoque no solo se basa en la participación de los ciudadanos, sino también en el cumplimiento de una normativa legal que garantiza sus derechos y su capacidad de incidir en la toma de decisiones.

La fuerza del tejido cultural comunitario en Bogotá

El trabajo comunal es una práctica ancestral que ha sido parte fundamental en el desarrollo social y cultural de las comunidades alrededor del mundo. En Bogotá, esta actividad ha tenido un papel destacado en la conformación y fortalecimiento de la ciudad, fomentando el sentido de pertenencia y la participación ciudadana.

La Secretaría Distrital de Hábitat y el Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal (IDPAC) han articulado y liderado la promoción y consolidación del trabajo comunal en la capital colombiana. A través de los diversos programas y proyectos (más de 241 iniciativas), estos organismos han logrado fortalecer el tejido social, promover la solidaridad entre los habitantes de la ciudad e impulsar las actividades mediante las Juntas de Acción Comunal.

Una de las principales manifestaciones del trabajo comunal en Bogotá ha sido la realización de jornadas de limpieza, creación de huertas urbanas, mejoramiento de calles, construcción de parque con material reciclado y embellecimiento de los barrios. Estas actividades involucran a los vecinos y vecinas de diferentes sectores, quienes de manera voluntaria y desinteresada se unen y logran consolidar armonía social.

Otra forma de trabajo comunal en la ciudad es la realización de proyectos de desarrollo comunitario. Estos proyectos pueden incluir la construcción de infraestructuras, la implementación de programas educativos o culturales, el mejoramiento de servicios básicos, entre otros aspectos que buscan mejorar la calidad de vida de los habitantes de Bogotá. A la fecha, la Secretaría Distrital de Hábitat ha destinado una inversión de 4.300 millones de pesos para desarrollar estas actividades.

El Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal ha promovido la participación activa de las comunidades en la toma de decisiones y en la ejecución de proyectos. Además, entregan a la comunidad nuevos cursos y diplomados certificados en diferentes áreas, de esta manera, se espera empoderar a los ciudadanos y ciudadanas, haciéndolos partícipes en la construcción de su propio desarrollo. 

Para garantizar que las escuelas participativas se conviertan en lugares cívicos y democráticos de educación y educación, colaboramos con varias organizaciones e instituciones públicas (algunas activas, otras discontinuadas) y, en particular, tenemos muchas aportaciones. Como parte de nuestros servicios, organizamos reuniones, conferencias y eventos para ofrecer una variedad de experiencias educativas relevantes a las necesidades educativas de los bogotanos.

Por otra parte, están las llamadas Obras con saldo pedagógico, con ellas se implementan iniciativas relacionadas con el entorno y el hábitat sostenible, apalancando propuestas lideradas por las Juntas de Acción Comunal y organizaciones sociales aliadas con un presupuesto de hasta $15.000.000 millones para cada ejecución.

En conclusión, el trabajo comunal ha sido una importante herramienta en la historia de Bogotá, contribuyendo a la cohesión social y al fortalecimiento de la identidad de la ciudad. Gracias al Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal, se ha impulsado esta práctica y se ha logrado el involucramiento activo de la ciudadanía en la transformación y desarrollo de su entorno.